DEJAR MADRID PARA VOLVER A MI

Por amor me vine a Madrid, y por amor me vuelvo a Valencia

por Xoan Viqueira

Doce años de relación.
Cuatro de ellos a distancia.
Fin de semana sí, fin de semana no. Hasta que un día decidí dar el paso: dejar Valencia, dejar mi trabajo estable en un laboratorio químico, dejar lo conocido. Apostar por Madrid. Apostar por el amor. Y, sin saberlo, también aposté por mí.

Madrid fue el principio de otra vida. Colgué la bata blanca y abrí las puertas a la creatividad. Empecé a dibujar, a ilustrar, a contar historias con color y corazón. A descubrirme. Porque hasta entonces, tampoco me había dado el espacio para escucharme.

Los primeros años no fueron fáciles. Dudaba. Mucho. Tenía la sensación constante de que en cualquier momento alguien se daría cuenta de que yo no era realmente ilustrador. Que estaba improvisando. Que no bastaba con “hacer dibujos” para sentirse artista. Conviví mucho tiempo con esa vocecita interior —sí, el famoso síndrome del impostor— que te hace cuestionarte todo. Pero poco a poco, fui ganando seguridad. Aprendí a creer en lo que hacía. A valorarlo. Y con el tiempo, a defenderlo con firmeza. Hoy lo tengo claro: esto es lo mío.

La relación terminó hace unos años. Y con ella, gran parte de los vínculos que habíamos construido juntos. Me quedé bastante solo. Muy solo. No había creado nuevos círculos por mi cuenta, y los amigos comunes tomaron otros caminos. Aun así, decidí quedarme. Porque sentía que esta ciudad aún tenía algo para mí. Volver a Valencia, donde sabía que familia y amigos me esperaban, habría sido lo fácil. Pero no era mi momento.

Durante estos años han aparecido muchas caras. Conocidos, muchísimos. Pero amigos… pocos. Y yo soy de los que necesitan compartir, charlar, reírse de tonterías y llorar lo importante. Sentarme con los míos en una terraza y simplemente estar. No tener eso me pesó. Me dolió.

Madrid también me dio regalos. Personas que llegaron más tarde y sí se quedaron. Proyectos que jamás habría imaginado. Colaboraciones únicas. Y una marca personal que me representa, que me emociona. Y sí, mucho de eso también se lo debo a ese amor. Porque él confió en mí, me dio el impulso para dejarlo todo y dedicarme a lo que amo. Sin él, probablemente, no estaría hoy aquí. Y eso lo llevo con gratitud, gracias David.

Desde entonces no he vuelto a tener pareja. No ha aparecido alguien con quien compartir la vida, los domingos, los silencios.. Pero esta vez no me voy por otro amor. Me voy por el mío. Por amor propio.

Porque durante un tiempo no me he querido bien. No me he escuchado. Me perdí. Y ahora siento que necesito volver. Volver a Valencia. Volver a casa. Volver a mí.

Cerrar mi tienda-estudio en Madrid no ha sido una decisión fácil. Funciona bien. Pero me he dado cuenta de que no puedo dejar en manos de otros algo tan personal. No se trata solo de vender. Se trata de contar, de emocionar, de transmitir y continuar con la tienda sin estar yo además me alejaria de lo que quiero hacer y conseguir a partir de ahora. 

En los últimos meses, la sombra de la depresión ha planeado sobre mi cabeza. Sentía angustia, notaba que algo me pasaba, pero no lograba identificarlo. Hasta que entendí: lo que necesitaba era cerrar esta etapa. Y eso cuesta, más aún cuando lo que estás cerrando funciona y te da de comer. Pero a veces crecer es soltar lo que aparentemente va bien.

Me voy para echar de menos a Madrid. Lo sé. Me iré y en cuanto llegue, empezaré a extrañar sus calles, su ritmo, su energía, su caos, incluso su cielo. Pero volveré. A menudo. Porque no quiero ni puedo cortar ese vínculo. Estoy buscando oportunidades para impartir clases, hacer exposiciones, seguir viniendo por trabajo. Y, por supuesto, vendré a ver a mis amigos, a los que me han sostenido cuando más lo necesitaba.

Mi sueño —quizás algún día— es poder estar a caballo entre Madrid y Valencia. Aunque algo me dice que Valencia, al final, ganará la partida, pero eso con el tiempo lo veremos.

Vuelvo con cicatrices, sí. Pero también con certezas. Con más canas, pero también con más verdad. Con la mochila cargada de aprendizajes y con el corazón más claro. Con ganas de reconectar con mis raíces, de caminar mi ciudad, pasear por mi huerta valenciana en definitiva de seguir creando desde un lugar más auténtico. Más mío. Más en paz.

Madrid, gracias. Me doliste, me hiciste crecer, me enseñaste. Te dejo una parte de mí. Me llevo todo lo que me diste.

Valencia, allá voy. Por amor. Por mí.

Share this article:
Facebook
Twitter
LinkedIn
Telegram
WhatsApp
Email